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Foto del escritorCynthia Carmín

Lo que aprendí de mamá

Actualizado: 20 jun 2023

Mama -- La que está ahí antes que nadie, a todas horas, todos los días. Fuerte, trabajadora, querida. Ser humano capaz de cometer errores.

Antes que nada, quiero mencionar que mi madre es una persona muy trabajadora. Desde chica siempre la he visto entregarse por completo a su trabajo para poder proveer por nosotros. Creo de ahí surgió mis ganas de ser independiente, ganarme mi dinero y echarle ganas a mi empleo. Ella es una mujer maravillosa con la que me pasaba horas viendo Ley y Orden: Victimas Especiales sin importar que fuera de madrugada. Es la persona que me paso su amor por la danza y su amor por las manualidades. Y por eso y mucho mas yo amo a mi mama. Amo a la mujer que es porque sin ella, sin duda no estaría tan determinada de convertirme en la mujer que quiero ser. Como cualquier persona, mi mama es humana. Y también me enseño hábitos que esfuerzo con romper día a día. Me enseño que era mejor callar que pelear por mi misma. Me enseño a dudar en mi misma y que el hombre de la familia es el que manda sí o sí. Me enseño a ser sumisa. No creo que sea algo que mi mama pensó inculcar en mi y dudo que lo haya hecho para lastimarme, pero lamentablemente uno aprende de lo que ve. Somos esponjitas y esta esponjita retuvo por muchos años el callar cuando la trataban mal y el no tener voz. Algo que aún me cuesta tener. Ella no creció con su propia madre sino con una tía que la maltrataba y usaba como sirvienta – lista para atender las necesidades de ella y de sus hijas y sufrir consecuencias sin reproche cuando algo no estaba hecho bien. De ahí, se caso con un hombre (mi padre) que a todo se le tenia que perdonar y al que tenía que obedecer porque él era el hombre de la casa y así lo indica la Biblia. Y todo eso la ha llevado a vivir una vida de maltrato, de silencio, de fingir ante otras personas y, lo que más me ha dolido, el de escoger a su esposo antes que a su hija. Mi corazón rompe día tras día por esa mujer sumisa, por mi madre trabajadora que merece mejor, por la mujer que amo, pero mantengo a la raya. Mi opinión fluye entre mujer trabajadora y amorosa y mujer que me abandono cuando mas la necesitaba. Mi mente entre en conflicto con “así es como se crio y esto es lo que ella sabe - amala” y “porque no levanto la voz y puso un alto al maltrato – resiéntela.”


Mi mama es una mujer fuerte…y sumisa.

Fuerte porque ha tolerado tanto en su vida. De tener que comer basura como castigo a sentir el rechazo de mi abuela a tener que aguantar borracheras y abuso físico y mental de mi padre. Y, aun así, trabajar duro para poder inculcarnos responsabilidad, el ser buena persona y tener una buena ética del trabajo. Sumisa porque ante todo lo que paso, nunca trato de alzar la voz, de cambiar su situación o la de sus hijos. Todo por un hombre disfrazado de buen esposo y padre. Pero sin importar que día es, sé que no quiero ser una mujer sumisa como ella. Entiendo que, para poder sanar, para poder vivir en este mundo, debo ser fuerte y luchar por mi misma y por miles de otras que no pueden. Es luchar por mi madre y la persona que ella ha sido porque tengo grabadas las palabras que me confeso cuando salí de la casa – “Estoy orgullosa de ti por hacer lo que yo no pude. Salir.” Y son estas palabras las más tristes de ella, las que más me han aportado una enseñanza, porque me indican que ella quiso salir y no pudo. Ser sumisa la ahogo en un mundo de deber y de costumbres. De dejar que la religión la atara a un matrimonio y que la opinión de los demás creara una mascara para aparentar que todo estaba bien.

Ser mujer es difícil. Ser mujer sumisa es aún más difícil. Por eso le doy las gracias a mi madre por las cualidades buenas que me impartió y por enseñarme la mujer que no quiero ser – aun cuando he caído en el dicho de que nadie escarmienta en cabeza ajena. Poco a poco voy deslizándome y rompiendo el ciclo de ser una mujer sumisa. Y espero que pueda lograr ser la mujer que mi madre hubiera querido ser al 100%: fuerte, independiente y resiliente. Con voz propia. Y la que, si algún día tuviera hijos, puedan ellos decir que estuve ahí por ellos cuando lo necesitaban.

Cynthia Carmín

Autora | Mujer que inspira

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