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Foto del escritorAle Landa

MI ROPA NO DEFINE MI CAPACIDAD

Actualizado: 21 jun 2023

"Siempre he creído que no por el hecho de ser mujer debo vestir de una manera en específico."

Durante mi vida he escuchado que debo usar tacones, vestidos, faldas y ropa que la sociedad llama “femenina”. Sin embargo, la misma sociedad también es la que dice que si nos vestimos así somos responsables de lo que nos pasé y con esta experiencia, compruebo que no importa como te vistas, al final, por ser mujer desgraciadamente nunca estarás exenta de una etiqueta.


Asimismo, quiero aclarar que estoy de acuerdo que para ciertos trabajos se requiere de cierta etiqueta de vestimenta, pero eso no significa que deban decirte: vístete con pantalones pegados, usa zapatillas y más femenina porque así le gusta al Licenciado.

ESTO FUE LO QUE PASO

Cuando salí de la universidad, decidí tomarme un año para cuidar a mi hijo (tenía meses de nacido) antes de que empezar a trabajar. Pasado este periodo, comencé a buscar empleo, era muy difícil encontrar algo de mi área y aún más complicado si no contaba con la experiencia, así que decidí dejar solicitud en diversos lugares, sin importar si estaban o no relacionados con mis estudios. Así fue como en agosto del 2017 llegué a una agencia automotriz.


Para ello, yo envié mi solicitud vía email y cuando me llamaron para entrevista me emocioné muchísimo. Recuerdo claramente que estaba en el parque de día de campo con mi esposo e hijo; era la primera vez que me llamaban de un trabajo y aunque aún no era seguro, el haber pasado ese filtro era mucho para alguien sin experiencia como yo. Estaba feliz, así que corrimos a casa para que pudiera arreglarme. Cuando elegí mi ropa, cómo no solía vestir tan formal, utilicé la misma que cuando fue mi examen de titulación, un saco negro, una blusa azul marino, pantalón negro de vestir y unos zapatos como con 3 cm de plataforma.


Vivía algo lejos, así que me fui en taxi para llegar temprano, ese día estaba lloviendo muy fuerte, yo iba muy contenta platicando con el conductor, quien iba a toda velocidad para que pudiera estar puntal, aunque con precaución porque íbamos en la autopista. Al llegar, vi a otras chicas y sentí nervios, la verdad me sentí intimidada. Llegó mi turno y conocí al Licenciado, el jefe de está agencia. A primera vista se me hizo alguien muy amable y atento. Charlamos sobre porque quería ser parte de su equipo de trabajo entre otros temas normales en una entrevista de trabajo. Esto fue un jueves, el sábado, me llamaron y me dijeron que el trabajo era mío. Le avisé a mi familia, a mis amigos pues me sentía sumamente feliz.


Llegó el lunes, me desperté temprano, me di una ducha, me arregle y me prepare para partir. La ropa que elegí fue un pantalón negro de vestir, zapatos de vestir (esta vez elegí zapatos de piso) y una blusa blanca. Llevaba una bolsa negra, me había peinado con una trenza y parte de mi cabello iba suelto y me había maquillado natural. Llegué y un poco tímida me acerqué al vigilante, quien el tiempo que estuve ahí, fue la única persona amable conmigo.


Al ingresar, la chica que iba a capacitarme a la que llamaremos Lupita (porque no recuerdo el nombre y por fines de privacidad también), me vio de pies a cabezas y me dijo que subiera a hacer agua de naranja y a rellenar los dulceros de los clientes, ahí me encontré con una señora de la tercera edad que era encargada y jefa de la empresa, la cuál me invitó a una junta y me presentó con los demás socios. Al terminar esto, Lupita le dijo que ella era la señora a quien llamaremos Chely (de ella si recuerdo el nombre, pero la dejaremos en el anonimato) y que ella era la Jefa, que el Licenciado era su nieto.


En fin, estuve sentada toda la mañana porque Lupita no me daba indicaciones y cuando quería ayudar me regresaba. En un rato que ella fue al sanitario me bombardearon clientes, llamadas y entre en pánico. Un asesor de ventas me auxilio y me empezó a hacer la plática, me dijo que era muy bonita y que si pasaba los meses de prueba el me ayudaría a ser asesora y me iba a capacitar, que si quería hablaba con el Licenciado para pedir mi cambio. En ese tiempo yo era muy ingenua, y pues pensaba que si me ayudaban era de buena fe, pero NO.


Al regresar Lupita, me dijo: “¿Siempre te vistes así?” y me preguntó que, si de verdad había pasado el filtro con el Licenciado, a lo cual yo respondí que sí. Ella me comentó que de preferencia debíamos ir con zapatillas y ropa menos holgada. Quisiera comentar que por un problema en mi columna me duele mucho la cadera al usar tacones por tiempos prolongados, esa fue la principal razón por la cual opté por llevar zapatos de piso y lo comenté. En mi hora de comida (debo agregar que salía a comer cuando Lupita quería, porque ella seleccionaba sus horas), mi esposo fue por mi y como no tenía mucha ropa de vestir, me llevó de compras. Al regresar al trabajo, estúpidamente le compartí a Lupita que había ido a comprar ropa y me respondió que esperaba que hubiera comprado zapatillas porque eran necesarias para el trabajo y mi imagen. Yo, ya un poco incomoda, le pregunte si era parte del uniforme, pues me habían dicho en las entrevistas que con ir formal bastaba. Ella argumento que iba a checar con el jefe.


El siguiente día de trabajo, llegué 2 minutos tarde y el guardia me ayudó a entrar, pero Lupita me regañó, ese día me dejaron sola al teléfono nuevamente y empecé a tener muchos problemas, recibí gritos de varios departamentos y empecé a desanimarme. Por otro lado, el asesor de ventas, seguía insistiendo en que quería transferirme a su departamento e incluso se ofreció a enseñarme a manejar. Yo con tanto estrés, ya ignoraba sus insistentes ofertas. Durante mi tercer y último día de trabajo, nuevamente recibí criticas por mi forma de vestir y salí a la hora que quisieron a comer. No olvido que ese día mi esposo me llevó por unos tacos árabes, y yo entre lágrimas le dije que estaba harta y que quería renunciar, recibiendo su apoyo. No pensaba regresar a la oficina, y recibí una llamada en donde me dijeron que ya no volviera, pues necesitaban a alguien que usará zapatillas y se vistiera “adecuadamente”.


NECESITAMOS ALZAR LA VOZ, LA REALIDAD ES QUE


Muchas mujeres son obligadas a cambiar su vestimenta o llevar ciertos uniformes únicamente para que sus jefes o clientes puedan tener “su taco de ojo”. Lo más triste es que son apoyados por otras mujeres que piensan que nuestro cuerpo es para satisfacer su morbosidad visual.


Comprendo que en algunos trabajos, ciertos uniformes son obligatorios, pero basta de siempre querer sexualizar el cuerpo de las mujeres, si un trabajo no tiene un uniforme establecido, respetar la comodidad de los demás. #Micuerponoesparatusatisfacción #Miropanodefinemicapacidad #Noestássola


Ale Landa

Autora | Mujer que inspira

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